Un escenario experiencial y una palanca emocional
La primera vez que fui a este festival hace 6 años, me generó mucha expectativa, aquella recomendación (que no obligación) de ir vestido de blanco.
La verdad es que casi el cien por cien de las más de 200 personas acudieron vestidas de blanco.
Vestirse de blanco para el Festival de Lavanda de Brihuega es mucho más que una elección de moda; es una declaración emocional y cultural que se entrelaza con la experiencia turística en este evento tan especial.
El blanco evoca pureza, tranquilidad y luminosidad, cualidades que se alinean perfectamente con el paisaje de campos de lavanda en flor y el ambiente relajado del festival.
Al vestirse de blanco, los asistentes se sumergen en la atmósfera serena y pacífica que ofrece este espectáculo natural único.
Música y moda: la unión perfecta
Y es que el turismo experiencial necesita de un escenario experiencial y una palanca emocional.
Y en este contexto; el escenario experiencial son los campos de lavanda y la palanca emocional sería la música y vestirse de blanco conecta con el viajero.
Desde el punto de vista de la moda, el blanco es una elección atemporal que nunca pasa de moda.
Representa la elegancia y la sofisticación, lo cual añade un toque de clase al evento.
Además, el blanco es un lienzo perfecto para resaltar los tonos violetas y púrpuras de la lavanda en flor, creando una armonía visual que deleita los sentidos y además de no sucumbir a la tentación de posar en esos campos.
Pero más allá de la estética, vestirse de blanco en el Festival de Lavanda de Brihuega también creo que tiene un significado cultural profundo.
Turismo experiencial cultural en blanco
Y es que la experiencia también es ir vestido de blanco.
Es un acto ceremonial es un conexión con los demás sin duda y fomenta el sentido de pertenencia.
En muchas culturas, el blanco simboliza la pureza, la paz y la unidad.
Al vestirse de blanco, los asistentes no solo se conectan con la belleza de la naturaleza, sino que también se unen en un sentido de comunidad y armonía, compartiendo una experiencia única y memorable.
Y esta es la palanca emocional a la que me refiero en el contexto de una experiencia turística emocional.
Vestirse de blanco para el Festival de Lavanda de Brihuega es una elección que va más allá de la moda; es una expresión de conexión con la naturaleza, la cultura y la comunidad.
Es una forma de sumergirse completamente en la experiencia turística, mientras se celebra la belleza y la magia de la lavanda en todo su esplendor.
Además, el blanco facilita una sensación de comunidad y unión entre los participantes, quienes comparten no solo un espacio físico, sino también un espíritu común de celebración y respeto por la naturaleza.
Involucrar a los asistentes: turismo experiencial
Insisto mucho en ello a la hora de crear un producto de turismo experiencial y alejado de teatralización que a veces observo en las experiencias turísticas.
Pensamos que «vestir» al viajero sin más le va a ofrecer una experiencia única y nada más lejos de la realidad.
Hay que conseguir involucrar de manera natural.
Los asistentes se convierten en parte del paisaje, fusionándose con los campos floridos y realzando la belleza del evento.
Simbólicamente, el blanco evoca pureza, serenidad y un renacimiento espiritual, elementos que resuenan profundamente en la experiencia del festival. Esta combinación de estética y simbolismo convierte al Festival de la Lavanda en un evento inolvidable y profundamente significativo para quienes participan.
Impacto en la Experiencia del Visitante
La tradición de vestir de blanco transforma significativamente la experiencia de los visitantes. No solo se trata de un código de vestimenta, sino de una invitación a ser parte activa del festival.
Los asistentes, al unirse en esta tradición, experimentan un sentido de pertenencia y cohesión que intensifica su conexión con el evento y con los demás participantes.
Además, esta práctica eleva el carácter fotogénico del festival, creando imágenes espectaculares que se difunden ampliamente en redes sociales, atrayendo aún más visitantes. La combinación de estética, comunidad y simbolismo ofrece una experiencia rica y memorable que va más allá de la simple observación pasiva.
En resumen:
Inmersión sensorial completa: El festival ofrece una experiencia sensorial completa al sumergir a los visitantes en campos de lavanda en flor.
Los asistentes pueden sentirse inmersos en una cierta comunión de grupo, disfrutar del aroma, la vista y la textura de la lavanda, lo que crea una experiencia memorable y única.
Actividades interactivas y educativas: Durante el festival, se organizan talleres y actividades donde los visitantes pueden aprender sobre el cultivo de la lavanda, su cosecha y sus múltiples usos.
Estas actividades prácticas enriquecen la experiencia del visitante, haciéndola educativa y participativa.
Conexión con la cultura local: El festival promueve la cultura y las tradiciones locales, permitiendo a los turistas conocer la historia y la importancia de la lavanda en la región. Además, se suelen incluir eventos gastronómicos que destacan productos locales, fortaleciendo la conexión cultural.
Bienestar y relajación: La lavanda es conocida por sus propiedades relajantes y terapéuticas. El festival ofrece actividades de bienestar, como sesiones de yoga y masajes con aceites esenciales de lavanda, lo que atrae a personas que buscan una experiencia de relajación y bienestar integral.